lunes, 10 de febrero de 2014

La comunicación en la familia

En un primer  momento pensamos en titular este pequeño artículo como la comunicación entre padres e hijos pero lo hemos cambiado porque creemos que lo realmente importante es que haya comunicación entre todos: entre el padre y la madre, entre hermanos y entre padres e hijos. Nos centramos en la familia nuclear pero sin restar importancia por ello al papel de los abuelos, tíos y otros miembros de la familia.

En nuestro gabinete de psicología los problemas de comunicación llegan normalmente cuando hay algún hijo en la etapa adolescente, que acude bien por problemas de conducta, aislamiento o baja autoestima, sin embargo, en la mayoría de los casos estos conflictos empezaron mucho antes pero pasaron desapercibidos.

Cuando hablamos de comunicación nos referimos a intercambiar experiencias, opiniones, ideas, sentimientos, expresar afecto, pedir ayuda, brindar apoyo, hablar sobre preocupaciones, sobre como somos, que queremos, etc. Actividad llevada a cabo entre todos los miembros del núcleo familiar.

Puedes hacerte esta pregunta ¿Conoces realmente a tu hijo o hija? ¿Cómo siente, cómo opina, qué tal se relaciona con sus amigos, qué le hace feliz, qué le hace sufrir, cómo se siente en la relación con sus padres, hermanos, etc.?

Es difícil conocernos a fondo, puesto que el Ser Humano es profundo y cambiante. Ni si quiera nos conocemos bien a nosotros mismos.  Sin embargo, podemos hacer muchas cosas por conocernos lo mejor posible. La unión familiar es uno de los puntos fuertes de nuestra sociedad y constituye una red de apoyo social fundamental. Las buenas relaciones familiares son un factor de protección, un colchón, frente a los eventos vitales estresantes (el fallecimiento de un ser querido, el rechazo del grupo, la pérdida de empleo, las enfermedades, etc.)

¿Cómo nos comunicamos?: con las palabras, con los gestos, con lo que hacemos, con lo que no hacemos ni decimos, con la entonación con la que hablamos, con los silencios… Un axioma fundamental de la comunicación humana es que NO ES POSIBLE NO COMUNICAR, porque incluso cuando no estamos diciendo nada estamos expresando algo.

¿Qué se puede hacer para mejorar la comunicación en la familia?
  • Aprender a escuchar: y lo pongo el primero porque es fundamental para que exista la comunicación. Escuchar todo lo que nos da información sobre el otro: lo que dice, como se siente, lo que piensa, etc. Y todo ello “escuchando” el lenguaje verbal, el lenguaje no verbal (gestos, comportamiento) y lenguaje paraverbal (entonación, volumen). Poniendo la máxima atención en comprender, en hacer que el que habla se sienta comprendido y en no juzgar. Puede parecer fácil pero para muchas personas es complicado, e incluso teniendo todas la habilidades para hacerlo hay circunstancias en que es realmente difícil.
  • Buscar momentos que faciliten la comunicación: comer y/o cenar juntos con la televisión apagada, hacer actividades en familia (excursiones, visitar pueblos, museos, etc.), sacar temas de conversación.  Evitar forzar la comunicación en momentos de tensión, cuando alguno de los miembros de la familia esta malhumorado, estresado o enfadado.
  • Adoptar la actitud adecuada: tener curiosidad por lo que piensa y siente el hijo/a  o el compañero/a, admitir que no todos pensamos igual ni vamos a estar de acuerdo en todo, por tanto no juzgar, escuchar hasta la última gota antes de dar consejos u opiniones y hacer un esfuerzo por empatizar y comprender. También respetar que no se quiera compartir todo o en ese momento.
  • Validar los sentimientos del otro: reconocer y empatizar con las emociones de la persona sin tratar de quitarles importancia, ridiculizarlas u obviarlas. Los niños/as y adolescentes muchas veces no cuentan a sus padres como se sienten porque ya anticipan que les van a contestar “eso no tiene importancia””estas en la edad del pavo””son cosas de niños”.
  • Empieza por ti: si te gustaría que hubiera una comunicación más abierta en tu familia, empieza por revisar la propia. Muchas veces sólo hace falta que alguien introduzca un pequeño cambio para movilizar al resto.
  • Utiliza una comunicación asertiva y equilibrada: donde la expresión de tus ideas, sentimientos y opiniones sea clara y respetuosa, sin herir a los demás y aprendiendo a desarrollar técnicas que eviten los conflictos entre los miembros de la familia.
  • Observa las situaciones en las que la comunicación es fluida y la familia se encuentra cómoda y distendida, ¿por qué esa vez salió bien? Capta las diferencias entre las situaciones que resultaron conflictivas y aquellas en la que la comunicación fue óptima y potencia y repite aquello que facilitó el bienestar.

Es importante valorar que cada familia es diferente y aunque no existe una regla básica e igual para mejorar la comunicación en todas las familias, sí existe un principio fundamental: la voluntad y el interés por mejorar y crecer tanto a nivel personal como con nuestra familia.



Alicia M. Peral  y Teresa Gallego
Gabinete de Psicología y Salud Cuántica
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